>>7685Santa Claws y el pinche niñito Jesucito en Navidad X-más nunca me dio un besito en la cama ni me dijo "Hasta mañana". Y esa decepción me volvió un sucio subnormal bien monstruito. No fue mi culpa, wey. Era un pobre pichimongui sin ojos ni párpados. Y para colmo de males los bullies bravucones me pusieron botones en mi cráneo de saco-carne para que no tenga la cara pelada. Me rompieron los botones en golpizas. Eso fue hasta hoy: me espolvoreé con veneno en polvo, un veneno premium. Ya les diré sobre él. Cuando los matones me surtieron, empezaron a poner caras graciosas y agitadas y murieron vomitados y orinados. Una nube de toxina flotaba en el aire. Yo no tenía nariz ni boca, así que sólo se murieron los narizones blanquiñosos.
Salí por la calle, no sin antes tirarles unas lefas a mis ultimados torturadores. En la plaza "Negrobol" vi a una chavita bonita en un banco. Tenía rastas de color ceniza. Me acerqué. Era una peluca de estopa, puesto que era pelada. Se la quitó para acomodarla, puesto que los gorriones querían ranchar en ella. Me acerqué a hablarle, pero le di asco por ser un saco prieto. Mi lujuria embebió mi entrepierna de
precum de alquitrán.
Quiso salir corriendo. Entonces yo, todo envenenado
y triunfal por mi exitoso plan anti-bullying, me arrojé contra ella hasta que cedió y dejó de respirar. Su nariz se desprendió. Eran dos fosas nasales soldadas, quizá su enfermedad degenerativa terminal le había consumido el hocico. Pero la deseé. No de mala manera.
Tenía un plan.
Bajé a Mictlán, guiado por
Poochie, el perro que
apesta a miados, pero él retornó a su planeta. Saludé al perro Anubis, que estaba de visita. Vino Cancer-Güero, el angloguardián de la frontera y alertado por la actividad revolucionada de mis bolainas, me mordió la pinga, mutilándome. Hijo de puta. Yo igual quería hablar con el doctor Maki Gero, que revive seres recién muertitos y los transforma en androides, muñecos, pokemones, motomamis, daikiris, lo que le pidas. Es un capo. Él me dio el veneno de nano-furros, una neurotoxina que devora los cerebros, puesto que está conformada por legiones de micro-furros mordelones de neuronas.
Él podría hacerme una neo-pinga de neoprene, anti reducción por bajas temperaturas.
Siempre la tuve chiquita.
Esta vez, sería diferente.